Recordando a los que se nos van…
La Tía Pilar. Por Pilar Rey Leiva.(sobrina de Pilar Leiva Ortiz)
El día antes de que la tía Pilar falleciera estuvimos con ella en el hospital. En sus momentos de lucidez comentábamos vivencias acaecidas en Herramélluri de cuando yo pasaba largas temporadas en casa de mis abuelos y luego en la de ella. En un momento, mientras le daba la comida me miro a los ojos y me dijo: Gracias.
¿Gracias, Tía? ¿Es momento de dar gracias? Vale, le dije. Voy a empezar yo:
Gracias, por cuidarme cada vez que venía a la Rioja.
Gracias, por hacerlo con cariño.
Gracias, por darme a escondidas chocolate y chorizo y otras cosas.
Gracias, por enseñarme canciones.
Gracias, por jugar conmigo y enseñarme a jugar al diábolo.
Gracias, por los paseos en esas noches mágicas del verano.
Gracias, porque, aunque para ti era un día de trabajo, el bajar a lavar al Tirón lo convertías para mí en una excursión.
Gracias por acompañarme de vuelta a Bilbao cuando era pequeña, hasta que me acostumbraba, porque si no no dejaba de llorar.
¿Sigo? Le pregunté. Me sonrió y no dijo nada.
Cuando al día siguiente me avisaron mis primos de que había fallecido se acumularon en mí muchos más recuerdos.
Con ella se ha ido una parte de mi infancia y de mi juventud.
Mi tía Pilar no ha tenido hijos, pero ha tenido sobrinos que la han querido y que la echan de menos.
Espero y deseo que nos cuide desde arriba como nos ha cuidado a lo largo de su vida.
Gracias, tía Pilar. Muchas gracias